El pasado del tiempo

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domingo, 21 de noviembre de 2010

La época del imperialismo y el nacimiento del siglo XX


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La época del imperialismo en el proyecto Kairos


Entre 1845 y 1870 se extendió por el mundo el capitalismo y el mundo se fue integrando en un único mercado. Ulises G. Grant, presidente de los Estados Unidos anuncia en 1873 lo que hoy llamamos globalización:

“Como quiera que el comercio, la educación y la rápida transición del pensamiento y la materia lo ha cambiado todo mediante el telégrafo y el vapor, creo más bien que el Supremo Hacedor está preparando el mundo para que sea una nación, hable un idioma y sea una perfección completa que haga innecesarios los ejércitos y las armas”
Exposición Universal de París en 1900
                                              
La euforia económica de este capitalismo sin fronteras se expresaba en las Exposiciones Internacionales: el comercio mundial se multiplicó por cinco entre 1830 y 1870. Las nuevas necesidades del mercado eran apoyadas por nuevos inventos para producir más barato y  en mayor cantidad o  para trasladar a gran velocidad de manufacturas o materias primas de un lado a otro del planeta. En 1869 se  inauguraba el canal de Suez que hacia posible la travesía Marsella-Bombay en un mes (hasta entonces desde Londres a la India circunnavegando África requería al menos tres meses). Desde 1844 el telégrafo conectó el mundo por cables submarinos



El capital europeo invertía en todo el mundo y ponía en explotación minas, plantaciones, ferrocarriles, barcos y telégrafos; los descubrimientos de oro en California y Australia multiplicaron los medios de pago. El mundo entero enloqueció con la fiebre de los viajes.  Estos nuevos tiempos se reflejan en la novela de Julio Verne “La vuelta al mundo en ochenta días

Itinerario del viaje en la novela


Entre 1870 y 1914 el capitalismo se convirtió en su sistema mundial, los países industrializados se repartieron el mundo  y éste se convirtió en un gigantesco mercado integrado. 

 Las soluciones a la crisis de 1873 consistieron en poner en marcha nuevas tecnologías y nuevas maneras de organizar el trabajo para multiplicar la productividad. La concentración empresarial (trusts, carteles, holdings) llevó a la creación de grandes corporaciones. Los bancos extendieron su control sobre las industrias (capital financiero, fruto de la fusión del capital bancario e industrial), con prácticas monopolístas contrarias a las leyes del mercado (la Standard Oil controla el 90% del petróleo estadounidense, la Corporación Renana el 90% del carbón alemán). Las empresas siderúrgicas compraron minas de carbón y hierro, y además de producir acero, fabricaban  equipamiento ferroviario, barcos y armas.

Acción de Standard Oil emitida a George Thomas Dowling y firmada por John D. Rockefeller como presidente de la compañia
Envases de Coca-cola: 1899 /1900 /1915 / 1916 / 1957 /1986


 Con el  hierro y el acero, las industrias de guerra dispararon su producción (fusiles de repetición, ametralladoras, cañones, tanques…). Se consolidaron nuevas fuentes de energía  (electricidad, pozos petrolíferos) y sus respectivas tecnologías. Buques acorazados, plásticos de celulosa, bombillas de filamentos, el motor Diesel, los automóviles, los aviones con motor, el teléfono, el fonógrafo, la tecnología sin hilos, los rayos X, la radio, el cine, multitud de  productos químicos ( abonos, colorantes, explosivos…, producción industrial de hielo, latas de conserva, cosmética, medicamentos como la aspirina. Parecía abrirse una época de un progreso sin límites, asequible a todos los consumidores. Aparecía un mercado de consumo que se introducía en todos los hogares, desde los más acomodados a los más modestos. Desde 1900, con la electricidad, entran  en los hogares planchas y hornos eléctricos, lavadoras, aspiradoras, neveras… Los periódicos y máquinas de escribir se sumaban a las máquinas de coser (máquinas Singer desde 1875). Este consumo  masivo que crece reclama la publicidad como inversión necesaria de los empresarios para convertir a los ciudadanos en consumidores.  Las grandes potencias se lanzaron a una frenética carrera para ampliar sus mercados en todo el mundo



Ford de 1900

Al mismo tiempo, en el interior de estos países europeos, algunos de estos  ciudadanos/consumidores   perseguían ideas igualitarias y se expresaban a través de partidos demócratas y republicanos que reivindicaban el sufragio universal y mayores libertades; las mujeres sufragistas denunciaban las contradicciones de estos demócratas del sufragio universal masculino. El movimiento obrero se agrupaba en organizaciones  internacionales, discutía sobre el mejor camino para la revolución y creaba partidos y sindicatos de clase. Partidos de masas, sindicatos, democracias, sociedad de consumo, automóvil, teléfono, gramófono, bombilla, cine, moda, publicidad, periódicos y revistas,  vanguardias artísticas…son manifestaciones que  anunciaban muchas de las cosas que han llegado hasta el presente.
















El crecimiento de la población europea explica su preeminencia en el mundo (la población mundial pasó de 907 millones en 1800 a 1175 en 1850 y 1610 en 1900 – de los que 430 millones eran europeos). Las inversiones europeas eran el centro de la economía mundial, aunque Norteamérica y Japón se desarrollaban deprisa sin competir aún con Europa. África, India, China y América Latina  no estaban industrializadas. La superioridad tecnológica se interpretó como superioridad racial (el darwinismo social aplicado a las relaciones internacionales)  y la hegemonía europea y el sometimiento de estos lugares se convirtió no sólo en rentable empresa económica sino en importante  misión histórica. Este crecimiento demográfico fue compatible con la emigración masiva: más de 35 millones  de europeos emigraron especialmente a América: primero  anglosajones, escandinavos o germanos; desde los años ochenta italianos, españoles, portugueses y eslavos.
Reportaje sobre la migración española a América

Las ciudades, al calor de la expansión de  los ferrocarriles crecieron en un desmedido proceso de urbanización: de 17 ciudades de más de cien mil habitantes en 1800 a 103 en 1900 y, de ellas, cuatro con más de un millón. En las ciudades,  los nuevos hábitos  originaban la opinión pública.


Trailer de la película  Gags of New York que representa la emigración a América en el siglo XIX

Si miramos un mapamundi de 1869  la  “terra ignorata” ocupaba la mayor parte de África, Arabia, la Alta Asia y el Amazonas. A finales del siglo  casi  todas las tierras del mundo estaban  exploradas y los europeos fueron los ocupantes de estas tierras vírgenes en Australia, Nueva Zelanda, Argentina, Brasil y Canadá. Los europeos se repartieron África. En 1909 el norteamericano Peary llega al Polo Norte; en 1911 el noruego Amundsen  llega al Polo Sur. Es la época del imperialismo. Pero en esta época, de relativa paz (la Paz Armada decían), se estaban gestando las guerras mundiales y las revoluciones que transformarán radicalmente el mundo del siglo XX.

Mapa de los Imperios coloniales en 1914



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